jueves, 23 de septiembre de 2010

El derrumbe de las estructuras

El fin de semana pasado -18 y 19 de septiembre, 2010- KATO Hiroshi shihan estuvo en Buenos Aires dictando su segundo seminario aquí en Argentina.

Si bien el año pasado KATO sensei había dictado otro seminario extraordinario, significó para mí una gran desilusión personal, al darme cuenta que era muy difícil comprender a alguien de este nivel.

En esta oportunidad, y aunque la dificultad no fue diferente, tal vez pude darme cuenta que KATO sensei, al igual que otros maestros, está en otro nivel, el que nos es muy difícil siquiera imaginar que existe si no lo probamos nosotros mismos.

La simpleza de sus movimientos, y la tremenda dificultad que conllevaba repetirlos, no dejaron de sorprenderme.  A tal punto me movilizó este seminario -o como bien dijo Peter RALLS en la clase que dio el lunes 20 en SEIKI Dojo, "experiencia de aprendizaje"-, que me emociona ver que muchas o casi todas las estructuras que pude crear en estos años de práctica, se derrumbaron. Pero no para mal, sino por el contrario, para volver a construir algo nuevo, y de ser posible, mejorarlo.

Como dije en otro post, y lo confirmé con Peter RALLS, hay puntos de inflexión en la práctica, pero éste, ha pasado de ser sólo eso, es un punto de quiebre en las estructuras y en la búsqueda del cómo algunas personas llegan a ser grandes maestros.

Seguramente, sin lugar a dudas, el tiempo de práctica tiene mucho que ver con esto, pero no puedo dejar de pensar o creer, que hay algo más. Hablando de esto con los chicos de SHOSHIN Dojo, se planteó que era probable que nunca nadie llegara a estos niveles, como si estos maestros, además de de la práctica, hubiesen tenido el toque de una varita mágica. No lo sé, pero la idea me ronda desde hace un tiempo.

¿Qué pasará con el aikido de estos maestros? Como Peter me dijo, se irá con ellos cuando ellos se vayan de este mundo. ¿Y qué nos quedará? Sólo aquello que hayamos intentando retener con nuestra práctica. Pero entonces, ¿Se perderá todo lo demás? Con toda seguridad que sí, pero podemos intentar re-armar ese rompecabezas con las piezas que entre todos podamos reunir. No practicando solos, sino haciendo un trabajo en conjunto con quienes tuvieron nuestra misma suerte en el Do. Pensemos nada más que en este año perdimos a TAMURA sensei y a SUGANO sensei...

Luego de este seminario, no puedo dejar de pensar que detrás de un maestro como KATO sensei, o YAMAGUCHI sensei, hay una persona muy espiritual. Y no porque otros maestros no lo sean, porque el aikido que hacen puede ser muy bueno técnicamente, pero KATO sensei carece de forma si se mira en profundidad. No tiene importancia cual sea el ataque o quién sea el atacante, la idea se realizará de todas formas.

Es posible que todo esto que hoy escribo sea muy difícil de entender, de hecho lo es para mí.

Tal vez, la técnica "visible" sólo es una parte. Después de todo es muy posible que "lo esencial sea invisible a los ojos" como decía Exupery...Aunque en estos casos, y hablando de aikido, muchos sean/seamos escépticos como Santo Tomás, que tuvo que ver con sus propios ojos y tocas con sus manos a Jesús resucitado para creerlo.

Todo esto ha sido mucho para un fin de semana, pero desde la primera proyección de KATO sensei hizo conmigo en esta "experiencia de aprendizaje", algo cambió. Y no creo que ya vuelva a ser como antes. Tal vez como SAKANASHI shihan siempre nos repite, fue necesario que tuviéramos que tener a otro maestro para darnos cuenta de algo que se nos viene repitiendo desde hace años...

Desde este punto, hay mucho para pensar con el hara...

jueves, 26 de agosto de 2010

Punto de inflexión

Toda práctica debe pasar por un punto de inflexión. No se trata sólo de saber por qué uno practica aikido, o si quiere seguir haciéndolo. O que tipo de práctica quiere conseguir. Creo que se trata aún más de conseguir ese  tipo de práctica. Esa forma que sólo uno puede ver en su mente.

Siempre recuerdo a SAKANASHI sensei diciendo que YAMAGUCHI sensei les decía a sus alumnos que no dijeran que practicaban aikido hasta llegar al 4to dan, porque antes de ese momento daban lástima. Y no lo decía para cualquiera. Se los repetía a cinturones negros en sus clases especiales.

SAKANASHI sensei es un poco más flexible con sus alumnos, y dice que no debe decirse que se practica aikido hasta el 2do dan al menos. Hoy, puedo entender esa idea.

Con el shodan conseguimos el primer escalón. Nos ubicamos en el inicio del camino. Podemos decir que sabemos caer bien. pero no que hacemos aikido.Ya sabemos la forma de las técnicas.
Con el nidan, logramos ser buenos shodan, y empezamos a "entender" algunas técnicas.
Con el sandan, creo que llegamos al punto de decir que queremos buscar algo más para nuestra técnica, no sólo lo que hemos visto. Podemos comenzar a salir de la técnica. Es dónde el trabajo corre por nuestra cuenta.
Al llegar a yodan, deberíamos haber conseguido "nuestra" técnica. Algo que nos diferencie de los demás.
No por el hecho de no parecerme a alguien; sino justamente porque soy diferente a todos.

Por ahora, estoy en el punto en que tengo que ponerme a trabajar. Quiero apuntar mi aikido hacia el sentimiento.
Sentir al uke, no sólo proyectarlo. Sentir realmente un ataque, y no hacer la técnica por mi cuenta.
Tratar de trabajar sin fuerza, para poder llegar más o menos entero a los 40.
Poder utilizar mi mano como si fuera una espada, y poder utilizar una espada como si fuera sólo una extensión de mi cuerpo.
Poder encontrar la conexión con el uke, son su ataque, con su sentimiento. Y no perder esa conexión.
Quisiera poder leer la intención del otro.  Pero para pode leer, siempre hay que tener la visión clara. Y esto es algo de lo que me acabo de dar cuenta. Hoy. Recién. En este instante.

Por suerte, este punto de inflexión no tiene que ver con un punto de decisión. hace tiempo ya que decidí que quiero seguir practicando aikido. Mientras pueda hacerlo. Este punto significa algo más. Mucho más. Más allá de la comprensión de otros. Ni siquiera sé si lo comprendo yo.

lunes, 1 de febrero de 2010

Relación instructor-alumno

Desde mi comienzo en la práctica he tenido varios instructores, pero seguramente por afinidad, los que más he seguido son aquellos que tienen una relación más cercana con el alumno.

Con esto no digo que sean amigos, pero sí que el instructor se encuentra más cerca del alumno en todo momento. Recuerdo que cuando comencé, muchas veces luego de la práctica íbamos a desayunar con el instructor -practicábamos a las 6.30 a.m.-. Mucho de lo aprendido en estos años lo debo a esos desayunos y charlas.

Escuché muchas anécdotas y EXPERIENCIAS de otros, y eso me sirvió -y me sirve- para formarme como instructor.

Con mis alumnos, desde el primer día, trato de tener una cercanía que ayude a todos. A veces no es fácil controlarlo, pero se trata de no pasar límites, ni la confianza extrema, ni la distancia extrema.

No puedo decir que sea la mejor forma de tener una relación instructor-alumno. Pero es la que funciona conmigo.

Cuando, como todos, dejo que mis problemas me distraigan llego al dojo con mal humor. Pero cuando la clase va transcurriendo, me doy cuenta que no es bueno seguir de esa forma, y todo vuelve a la normalidad.

Hemos compartido buenos y malos momentos. Nacimientos, casamientos, seminarios, viajes, muerte de familiares, de todo. Y tal vez sea eso lo que mantenga al grupo unido.

No somos una familia, somos compañeros de práctica, pero más allá del tatami, podemos compartir otras cosas.

Si algún límite se pasa, hay que encausar las cosas de la mejor manera posible.